ELSÍNDROME
DE CAPERUCITA ROJA |
Lo
primero que NO debes hacer, si deseas publicar, es seguir
arrastrando el síndrome de Caperucita Roja en la jungla
editorial, es decir, abandonar toda ingenuidad al suponer
que enviando tus originales a cualquier empresa editora ya
está el asunto resuelto, porque la cosa no funciona
así. Sin embargo el caperucitismo lo hemos padecido
todos en nuestros comienzos, y lo seguiremos padeciendo, porque
es como el sarampión, o sea, obligatorio, no te preocupes.
Ten presente que:
Las editoriales no suelen pedir
a los desconocidos sus obras, por lo tanto, cuando se les
mandan no las leen. Muchas de ellas ni tan siquiera las devuelven
como no se les ruegue incluyendo sobre y sellos con el original
enviado.
Pero lo más importante
es que al no leerlas, todo el esfuerzo, preparar, ir a correos,
luego esperar, suele ser en vano y, sobre todo, un auténtico
calvario.
Respecto a los concursos ya
di mi opinión en el artículo anterior MATADERO
DE ILUSIONES.
Y por lo que hace a los agentes
literarios, que asimismo existen en España, el trato
con ellos es difícil y laborioso, porque, igual que
las grandes editoriales, sólo escogen a escritores
famosos, lo que significa mercado seguro; aquí es muy
difícil encontrar al agente literario que lleve los
asuntos de un desconocido, tampoco te hacen ni caso, simplemente
no existes y, de existir, será por recomendación.
En el extranjero es diferente;
los agentes suelen descubrir nuevos valores y sacarlos del
anonimato.
Algo que también debes
saber sobre las agencias literarias: obligatoriamente todas
han de ser legales y en el caso de que fichen a alguien deben
extenderle un contrato y nunca cobrarle por adelantado lo
que todavía ellas no han negociado de sus representados.
Si una editorial acepta la obra entonces se puede hablar de
dinero. Te lo cuento porque hoy en día circulan por
ahí muchos seudo agentes que prometen el cielo y la
gloria, enredan, y finalmente cobran por no haber hecho nada.
Es necesario, pues, ser muy cauto en este sentido y caso de
que te diera por ir a una agencia, lógicamente estás
en tu derecho, elige siempre una de prestigio reconocido y
de seriedad garantizada.
Después de todo lo expuesto,
te preguntarás, ¿qué es lo que debo hacer
si quiero publicar, que me editen?; la respuesta no es fácil
ni el procedimiento sencillo, y aquí vuelve a intervenir
la paciencia puesta a prueba una vez más.
Yo te aconsejaría, por
muy cínico que suene, que te busques padrinos, influencias,
o amigos de amigos de amigos de... De lo contrario corres
el riesgo de quedar inédito para siempre. Aunque la
solución intermedia podría consistir en entrar
en una gran editorial como simple oficinista, chico de los
recados, mozo de almacén, señora de la limpieza,
y no ironizo, o haber estudiado periodismo y empezar por ahí:
un periodista tiene muchas más facilidades para editar
gracias al medio en el que se desenvuelve. Establece contactos
y los contactos son básicos a la hora de publicar,
eso o los milagros, que ya no se dan.
La tercera opción la
tenemos en recurrir a la imprentas digitales, que las hay
muy buenas y de precios asequibles, y embarcarse en la empresa
de convertirse en editor, pequeño editor, se entiende,
costumbre que se va abriendo paso lentamente en nuestro país.
Puede hacerse pero fallan muchas infraestructuras, la principal
es la promoción de los libros, porque eso cuesta carísimo,
me refiero a los anuncios, prensa, radio, tele, y entonces
hay que recurrir a lo que se tiene más a mano como
pueda ser Internet, rápido y barato, o, por lo menos,
al alcance de quien disponga de un ordenador.
Sé de algunos escritores
que comienzan a afirmarse en el mundillo literario español
porque se auto publicaron sus libros y luego, valientemente,
fueron a venderlos por las calles o llamando a las puertas,
incluso de pueblo en pueblo, hubo quien vendió su libro
por un plato de comida, y este singular vía crucis
se vio premiado con que al gustar la novela empezando a ser
comentada, grandes editoriales los detectaron contratándoles.
Increíble pero cierto, aunque yo diría mejor,
muy triste pero cierto.
En cuanto al extranjero, pese
a todos sus triunfalismos aparentes, el publicitado "llegó,
vio y venció", también existen los mismos
casos, por ejemplo Christopher Paolini ofrece una historia
similar: a los catorce años empieza a escribir Eragon,
su padre se lo publica con muchas dificultades económicas
en una edición familiar, comenzando el peregrinaje
de ir de librería en librería y de presentaciones
en las que el joven Christopher iba disfrazado de personaje
de cuento, el suyo, haciendo espectáculo, hasta que
un día el autor Carl Hiasen, casado con una señora
que tiene un hijo adolescente, va de vacaciones al pueblo
en donde vive el joven novelista y su hijastro entra en una
librería, encuentra el cuento, lo compra, se lo lee
y convence al marido de su madre para que a su vez lo lea
"porque es estupendo"... El resto es bien conocido:
Carl Hiasen se pone en contacto con la editorial que le publica
sus libros, y Paolini entra en la leyenda de los afortunados.
¿Puede hablarse de que las cosas se solucionaron por
arte de birlibirloque?, ¿de qué el éxito
llovió del cielo?, me parece que no porque fueron años
de trabajo duro antes de conseguirlo.
Ahora bien, en estos afanes
podemos encontrarnos con determinados cantos de sirena de
los que debes huir, me explico, se trata de esos editores
que te ofrecen publicar tu obra en coedición, lo que
significa que tú pagarás una parte y ellos otra.
No dejes que te engañen; tú pagarás toda
la edición sin haberte dado cuenta, no te harán
ninguna promoción y al final te quedarás con
algunos libros "regalados" graciosamente por el
editor, eso sí, tendrás la satisfacción
inmensa de haber visto tu obra en papel cosa que te llenará
de una enloquecida y momentánea felicidad, pero nada
más.
Sobre este mismo asunto existe
una variante de la que hay siempre que desconfiar: el autor
que ha difundido su obra por Internet recibe un día
cierto e-mail de una desconocida editorial que, colmando de
alabanzas su talento, le ofrece publicar una de sus novelas
y cuando el incauto aún no se ha recobrado de la grata
sorpresa, se le envía, sin haberlo solicitado la víctima,
un contrato que sólo tiene que firmarse y en el cual
se estipula que el "afortunado" tendrá que
pagar ipso facto cerca de dos mil euros, para ver su obra
publicada en el término de 18 meses, es decir, que
si en ese plazo la editorial cierra te quedas compuesto y
sin libro.
En cuanto a los libreros, que
cobran normalmente el 30% por venta de libro, algunos te los
expondrán en el escaparate, es cierto, o en sitios
visibles de su comercio, pero habrá otros a los que
tendrás que aumentar su porcentaje si pretendes que
hagan lo mismo, de lo contrario vas a tener que buscarlos
con lupa por las estanterías. Bueno es saberlo, ¿no
crees?
Una cosa que te recomiendo,
es que cuando te decidas a enviar al mundo tu obra, sea por
el procedimiento que sea, antes, la hayas registrado cuidadosamente
en el Registro de la Propiedad Intelectual, así, si
se diera el caso de un hipotético plagio, que puede
darse por raro que parezca pues basta con difundirla inocentemente
por Internet sin haber tenido esta precaución, al menos
te quedará el derecho a la protesta legal.
¡Ah!, olvidaba lo más
importante, si la opción que elijas te da resultado,
corre a ponerle una vela a santa Rita, porque ¡lo habrás
conseguido!
Un consejo, no te deprimas
por cuanto acabo de exponer, el mundillo editorial es así
y también lo era en los tiempos de las hermanas Brontë
y de Charles Dickens, por ponerte sólo cuatro ejemplos
ilustres, que de haber hay muchos más, piensa que ningún
novel está solo en ese camino; siempre avanza en la
mejor compañía.
También has de tener
presente esto: la única manera de alcanzar nuestro
objetivo literario es, e invariablemente será, la perseverancia;
no existe otra fórmula.