He
aquí los fragmentos más significativos
de tal intercambio epistolar:
“...
como os decía, querido primo,
he leído la obra teatral del
poeta, y no encuentro en ella
nada de subversivo, la escena
postrera sobre todo, echa por
tierra las acusaciones que se
la han hecho. ¿La ha leído ya
algún miembro del jurado, realmente?...
”
“...
este asunto lo tramitan los
jueces, querida Anna Amalia,
no es tarea de un príncipe reinante
ocuparse de semejantes menudencias.
Además, confío plenamente en
cuanto me dijo el mejor de mis
consejeros, el extinto Emil
Konrad, quien hizo que el poeta
se confiara creyéndole su patrocinador,
y por ello escribiera esa obra
que ataca el concepto de la
soberanía de la aristocracia.
¿Qué mejor trampa para que el
traidor cayera en ella?... Vos
sois mujer, Anna Amalia, y mujer
sensible, por lo cual, las desventuras
de la joven esposa os han llegado
al fondo del corazón y de ahí
que aboguéis por esta causa,
pero un gobernante... ”
“...
sé lo que es gobernar, primo
mío, y no creo que muchos os
hablen de mí como una mujer
débil, a la que rige más el
corazón que las razones de estado.
Esa joven esposa de la que habláis
no me ha influido para nada
absolutamente, ahora bien, la
obra de teatro, causa del litigio,
sí, puesto que no denigra a
la nobleza y expone un claro
caso de abuso de poder, cometido
por un mal príncipe, sediento
de venganza y concupiscencia,
y ese personaje, señor, no sois
vos, pero ya que citáis al duque
de Alt-burg os diré que vuestro
“mejor consejero”, fue en vida,
y nadie lo ignora, el más grande
de los libertinos, cuyas tendencias,
en cuestión de experimentos
mal llamados amatorios nada
tenían que envidiar según rumores,
a las prácticas de ese famoso
marqués de Sade, a quien la
propia corona francesa, ordenó
ingresar en prisión... Vuestro
fiel servidor, deseaba a la
mujer de von Reisenbach y la
denuncia fue el método del que
se valió para conseguir sus
fines. Ella me lo ha contado,
pero aunque no lo hubiera hecho,
bastaría con verla para comprenderlo,
pues es una joven muy bella,
por suerte Emil Konrad no pudo
lograr sus viles propósitos
ya que tuvo que asistir a la
las fiestas de los esponsales
de vuestro hijo... ”
“...
¿muy bella?... Me gustaría comprobarlo
personalmente, si, como decís,
es tan importante escuchar todas
las versiones de la historia...
”
“...
mi primo bien amado, sabed que
esta joven tan bella, se halla
encinta y a punto de dar a luz,
por tanto, no puede viajar,
ni tampoco recibir otras visitas
que no sean de las de sus hermanas
de sexo, ya que el decoro así
lo aconseja, y sabed, además,
que yo la he tomado bajo mi
especial protección, ya que
es una joven de grandes prendas
morales, entre las que destaco
su lealtad para con el ausente
y su abnegación; es dulce, afectuosa,
agradecida, honesta y muy culta,
un verdadero ornato de mi corte,
como así comprende mi propio
hijo, el príncipe reinante quien
permanece al margen de todo
este asunto... ”
“...
no creo que Frau von Reisenbach,
precise de mejor abogado que
vos, mi querida prima, y en
consideración a los lazos familiares
que nos unen, y al sincero afecto
que os profeso, ordenaré que
me traigan la obra en litigio
para leerla...”
“...
mucho me complace la decisión
tomada, querido primo, y espero
que me hagáis conocer pronto
vuestro sensato juicio sobre
ella, mucho más imparcial que
el del duque de Alt-burg...
”
“...
cuánta razón teníais, Anna Amalia,
respecto a que los ojos de un
príncipe son imparciales cuando
se ha de juzgar a sus súbditos,
a lo que me apresuro a añadir,
que también reparan en aspectos
que pueden pasar desapercibidos
a otros... La obra de teatro,
está incompleta, pues el último
acto carece de la escena final,
ya que el dialogo queda abruptamente
cortado en mitad de frase, señal
evidente de que el poeta no
tuvo tiempo de concluir la obra...
“
“...
muy sagaz, primo mío, ya os
dije que vos veríais lo que
los demás eran incapaces, mas
agrego, teniendo en consideración
lo que me decís, que lo que
tenéis en vuestro poder es una
copia incompleta ya que la obra
terminada es la que Frau von
Reisenbach me entregó, y pues,
gustosamente os la voy a enviar
para que podáis leer la escena
final...
“...
no sabéis lo que os agradezco
el envío de la obra teatral
de von Reisenbach, y cómo de
sabios es rectificar, debo daros
la razón, querida prima: esa
escena final resuelve la obra
por entero y exonera a Wilhelm
von Reisenbach del cargo de
subversión que pesa sobre él...
Todo ha sido un mal entendido
debido a un exceso de celo por
parte del duque de Alt-burg...
“
-¡Qué
así se queme en el Averno el
muy depravado –pensó Anna Amalia
leyendo estas líneas-, y vos
con él cuando os llegue el turno,
querido primo, que también la
estupidez es pecado!
Por
su parte el príncipe cumplió
con lo prometido, dando las
órdenes oportunas para que el
poeta saliese de Wolkenbruch
–previos los acostumbrados y
larguísimos trámites burocráticos
que conllevan tales papeleos
por más que un príncipe dicte
la orden-, pero como no podía
explicarse públicamente que
todo había sido un malentendido,
lo que vendría a demostrar que
tanto él, como sus consejeros
y los jueces que instruían el
caso, eran todos unos ineptos,
dispuso que le fuese conmutada
la sentencia de prisión al reo
por la de destierro, siéndole
advertido al poeta que en cinco
años no debía pisar el suelo
de su patria. Así se cubrían
las apariencias, y de cara al
pueblo, Wilhelm era castigado
con magnanimidad, pasaría el
tiempo, la gente, fácilmente
olvidadiza, borraría el caso
de su memoria, y aquí no habría
sucedido nada.
Pero
cuando Wilhelm recobró la libertad,
ya hacía dos meses que había
nacido su hijo.