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J.B. PRIESTLEY Y EL TIEMPO
© 2004 Estrella Cardona Gamio

El escritor inglés J.B.Priestley se sentía fascinado por el tiempo, o, diciéndolo más adecuadamente, por el espacio-tiempo, y ello se muestra bien patente a través de algunas de sus obras; ejemplos: La herida del tiempo, Llama un inspector, El tiempo y los Conway, He estado aquí antes, para citar sólo estas, entonces nada tiene de extraño que fuese admirador incondicional de John William Dunne, ex soldado británico de la Guerra Bóer, que luego se convertiría en diseñador de aviones militares en su patria, ya que era ingeniero aeronáutico, y con quien tenía ideas muy afines; ambos compartían esa misma fascinación por los enigmas temporales al haberse convertido Dunne en investigador del mensaje premonitorio de sus propios sueños.

Este último solía tener sueños proféticos y como era un hombre de mente científica, quiso ahondar en el por qué y el cómo de tales sueños, y la conclusión se tradujo en un libro titulado Un experimento con el tiempo, obra que leyó Priestley, quien, a su vez, también escribiese un ensayo titulado El hombre y el tiempo, en el cual venía a coincidir con Einstein en esta afirmación: el pasado, el presente y el futuro no precisan de una secuencia lineal, en donde todo suceda ordenadamente, es decir, que el futuro pueda estar antes que el presente, y el ayer en el futuro.

John William Dunne decía por su parte: que el tiempo es multidimensional y que los acontecimientos existen antes de que ocurran en el sentido convencional, y nosotros avanzamos hacia ellos, igual que podemos avanzar hacia un objeto físico o movernos en torno a él.

Dunne llamó serialismo –El universo serial es otro libro suyo- a su teoría del tiempo en la que lo describe como una secuencia infinita de niveles superpuestos Llegando a sugerir que los humanos avanzan perpetuamente de un nivel a otro y que, por tanto, son inmortales.

Indudable el que semejante teoría no dejara de ser revolucionaria en su época... y lo sigue siendo en la actualidad porque si ha llegado hasta nosotros ha sido de una forma anecdótica y como curiosidad más que como información científica.

(De hecho el libro original, An Experiment whith Time, que yo sepa, no se ha vertido al castellano porque no lo he visto por ningún sitio, ni siquiera en traducciones realizadas en Latinoamérica; si estoy equivocada agradecería el que me informasen).

Sin embargo hubo quien, como Priestley, que comulgó con esas teorías, y sus famosas obras de teatro, y novelas, entre otras las citadas al principio del presente artículo, no dejan de indicarlo así; en Llama un inspector, toda el argumento se va desarrollando, alcanza el climax, llega el desenlace, y cuando el espectador cree que la trama concluye despejando inquietudes y culpabilidades... es cuando la realidad comienza, como si todo lo anterior hubiera sido un ensayo general, o un  déjà vu.

Y con esto arribamos al punto sensible de la cuestión: lo que no existe no se puede ver, en eso estamos todos de acuerdo, pero si se ve a través sea de sueños, mal llamados proféticos, sea de visiones, es que existe, y si existe antes de que teóricamente ocurra es que ya está -lo mismo que en una película la línea argumental-, y si está... ¿por qué está?

Hemos sido educados en la idea de que todo tiene un principio y un final, regidos como estamos por el día y la noche, el ciclo de las estaciones, el nacimiento y la muerte, por ello se nos hace inconcebible el que pueda haber otra forma de existir que no precise ni de comienzo ni de término sin ser necesariamente Divina.

Nostradamus vio con dos siglos de antelación, la famosa fuga de Varennes en la que los reyes de Francia huían de la Revolución Francesa, y el hecho aún no había ocurrido, ¿entonces?

Igualmente muchas personas, sin ser Michel de Nostradamus, han tenido, y tienen, o visiones o sueños proféticos, que más tarde se han visto cumplidos, ¿entonces?

La evidencia no se puede negar aunque mucha gente se obstine en lo contrario, volvamos, pues, a la teoría del tiempo de Dunne, y recordemos también algo que dijo Albert Einstein  en cierta ocasión: la distinción entre pasado, presente y futuro es una ilusión, si bien se trata de una ilusión muy persistente.

Esto puede sonarnos bastante raro ya que nuestro modo de contabilizar el tiempo es otro –vivimos en un mundo humano muy limitado en el que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta ya que la curva no nos pertenece-, y elucubraciones semejantes levantan dolor de cabeza cuando no ansiedad y temor, pero volvamos a Dunne y estudiemos sus conceptos.

Si él afirmaba que el tiempo posee múltiples dimensiones  y que cuanto deviene existe antes de que suceda, que es a lo que no estamos acostumbrados, y nosotros vamos hacia ellos, (los acontecimientos), igual que podemos ir hacia cualquier objeto físico o movernos en torno a él, eso indica, como ya he apuntado más arriba, una preexistencia, o sea que están, no han de venir, están y siempre han estado...

Enfoquémoslo desde otro punto de mira: imaginemos a un novelista que crea una historia, de principio a final, en la que sus personajes harán tal o cual cosa en la página 126, por ejemplo, pero que antes, y después de esta página, han llevado a cabo, o los realizarán, actos diversos aunque coherentes con la trama. Si estos personajes tuvieran el don de poder leer la novela con anticipación a que los hechos ocurrieran en su "tiempo real", ¿les llamaríamos visionarios y profetas, o, por el contrario hablaríamos de que habían podido "recordar su futuro"?

El futuro no se puede recordar a menos que exista, y no es que uno se vaya a él, sino que está con él desde el mismo instante en el cual nace, de ahí que tengamos premoniciones, corazonadas, sueños proféticos, intuiciones insólitas, porque todo sucede a una velocidad tan vertiginosa que su misma velocidad nos hace creer en una engañosa lentitud. Tomemos por ejemplo la Tierra, sus 24 horas diarias y el desplazamiento que ello supone, ¿nos damos acaso cuenta de cuan rápidamente nos movemos por el espacio?

Serge Diaghilev, director de los Ballets Rusos, odiaba la idea de ir a Venecia, y rehuía viajar a esta ciudad, hasta que finalmente en una visita motivada por el trabajo, allí murió en 1929. ¿Memorias del futuro?

Se habla de cierto sueño de Dunne en el que supo de un terremoto en La Martinica con 4000 muertos. Pocos días después leyó la noticia en un periódico, acababa de ocurrir, mas no eran 4000 los muertos sino 40000, pero al leer la noticia incurrió en el mismo error del sueño y creyó ver, impresionado por el hecho de que lo había soñado, la cifra de 4000, que inmediatamente rectificó, claro está. Lo importante en este asunto es la circunstancia de que el error, aparentemente comprensible, deja de serlo si pensamos que cuando Dunne leyó la noticia despierto estaba sobrecogido por el impacto de la catástrofe presentida, lo he soñado, ha sucedido, pero no en su visión, ya que en ésta se enteraba de algo que podía pasar... o no, se trataba de un sueño nada más, pero en el sueño se equivocó con el número de víctimas, ¿por qué?, simplemente, vivía el momento de la lectura despierto y "recordaba" en ese preciso instante el impacto que le había causado comprobar que su sueño había resultado adivinatorio, de lo cual puede deducirse que todo sucede simultáneamente en virtud de unas coordenadas temporales de las que no sabemos absolutamente nada.

Otra muestra: si los habitantes super tecnificados de un planeta situado en otro sistema solar que girase en torno a determinada estrella hallándose ésta a 200 años luz de la Tierra, pudieran ver nuestro mundo -referenciémoslo para nosotros en el año 1991-, tal y como estaba en 1791, disponiendo esos mismos seres inteligentes de telescopios con zoom que aproximaran las imágenes a sus monitores, ¿podrían ver a los históricos personajes de aquella época y seguir el curso de sus vidas?... Pero ricemos más el rizo, y, por suponer, supongamos que poseyeran naves capaces de trasladarles hasta la Tierra de hace 200 años. Descienden entonces en Francia y se encuentran con la Revolución... ya que en esos momentos está sucediendo todo, y no son sombras lo que ven, ni fantasmas, sino personas de carne y hueso... La pregunta es, ¿han ido a nuestro pasado?, porque para esa Tierra de hace 200 años nosotros aún no existimos... y, sin embargo, estamos.

Sigamos con el mismo juego: cada 72 años las estrellas que vemos lucir en el cielo estaban así el mismo día de nuestro nacimiento, desde fuera, a 72 años de distancia, si pudiéramos contemplar la Tierra como otros, hipotéticamente, puedan vernos desde sus sistemas solares, ¿podríamos, dotados de instrumentos adecuados, asistir a nuestro propio nacimiento? ¿Era este el mensaje que se pretendió entregarnos con las escenas finales de 2001, una Odisea espacial? Inquietante, ¿verdad? 

Pero aún hay más de lo mismo; San Juan evangelista describe en su Apocalipsis, con estas palabras, determinados hechos referentes a Babilonia:

14) Diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran río Eufrates.

15) Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban aparejados para la hora y día y mes y año, para matar la tercera parte de los hombres.

Lo antedicho se puede leer en el capítulo 9 del Apocalipsis, y también en este capítulo aparecen curiosas descripciones de armamento en el que se describen a langostas que tenían corazas como corazas de hierro; y el estruendo de sus alas, como el ruido de los carros que con muchos caballos corren a la batalla(...)Y tenían colas semejantes a las de los escorpiones, y tenían en sus colas aguijones; y su poder era de poder hacer daño(...)Porque su poder está en su boca y en sus colas: porque sus colas eran semejantes a serpientes, y tenían cabezas y con ellas dañan.

Habida cuenta de que san Juan evangelista nunca había visto tanques ni misiles, lo que describe no puede ser más exacto así como igualmente la localización del escenario de los hechos. ¿Profecía o estaba –está-, in situ, aterrado espectador de unos acontecimientos de muy triste actualidad?

Dunne hacía mención de niveles superpuestos en infinita secuencia –lo que él denominó "serialismo"- niveles que las personas transitan de continuo yendo de uno a otro, y agregaba que por ello podíamos ser prácticamente inmortales.

¿Significa que el hecho de pasear de un nivel al otro, eternamente, nos hace inmortales... o es que siempre estamos haciendo lo mismo, eternamente, como el que cada día recorre las calles de su ciudad yendo y viniendo del trabajo, a imagen y semejanza de los cuerpos celestes que siguen sus trayectorias en el cosmos... eternamente?

Priestley apunta algo parecido en sus obras pero pasado por el tamiz de la literatura, vieja fórmula que permite hablar con libertad de temas que muchas veces podrían resultar no sólo en exceso fantásticos sino incluso heréticos... entonces y también ahora.

Es decir, que desarrolla la idea tanto en el teatro como en sus novelas: aquellos que recuerdan haber estado en un lugar concreto que nunca antes habían visitado, conductas equivocadas que quisiéramos enmendar y que según el autor, podemos rectificar en este nuevo "paseo". No es que pueda cambiarse lo que ya sucedió, pero tenemos otra oportunidad de las muchas que se nos pueden ofrecer en esos distintos niveles, como vías muertas colocadas a nuestra disposición, y mientras una existencia sigue su camino, la otra, u otras, nos ofrecen sus posibilidades; ¿cuántas veces no hemos dicho: si volviese a nacer haría las cosas de diferente manera?

Sin embargo todo son teorías, naturalmente, que tal vez algún día la ciencia pueda demostrar en ecuaciones matemáticas, lo que no impide, mientras tanto, que reflexionemos sobre el particular... soñando despiertos en aquella frase tan conocida de Paul Éluard: hay otros mundos, pero están en éste...

BIBLIOGRAFÍA:
Adivinaciones y profecías
Ediciones del Prado, Editorial Folio Noviembre 1993.
Apocalipsis, o Revelación, de san Juan.
Y archivo personal de la autora.

ïndice muy personal


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