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A
la medianoche en punto, el hombre que quería ser ermitaño dijo:
Es hora de que abandone
mi hogar y busque a Dios. ¿Qué me ha entretenido tanto tiempo?
Dios
murmuró: Yo, pero el hombre tenía cerrado los oídos.
En
un lado del lecho dormía plácidamente su esposa, con un niño dormido
sobre el seno.
El
hombre dijo: ¿Quién sois vosotros que tanto tiempo me habéis
engañado?
La
voz respondió nuevamente: Ellos son Dios, pero él no la escuchó.
El
niño lloró en sueños y se abrazó a su madre.
Dios
ordenó. ¡Detente, loco, no dejes tu hogar!, pero el hombre
no lo escuchó tampoco.
Dios
suspiró: ¿Por qué quiere venir a mí mi servidor abandonándome?
Poema
75
de
EL JARDINERO
Rabindranath
Tagore
***
estrellacardonagamio.com,
30 de diciembre 2005
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