El día 17 de septiembre,
Andreu Buenafuente regresa a las pantallas de televisión,
vuelta de la que muchos nos alegraremos y otros no tanto,
porque en la variación está el gusto, según
dicen.
Desde que con
muy poco criterio televisivo, nos lo quitaran de antena el
pasado mes de junio poniendo en su lugar nuevos espacios,
las sufridas noches del televidente fueron eso, sufridas,
tanto, que después de buscar remedio en otras cadenas,
fuera de algunas reposiciones interesantes aunque ya más
que vistas, el panorama era desolador, lo que tal vez hizo
el milagro de incrementar el hábito de la lectura en
más de uno, ¿no fue acaso Groucho Marx quien
dijo que: "la televisión es muy instructiva, cada
vez que la encienden me voy a mi cuarto a leer"?
Pero, bromas
aparte, ha de reconocerse que la marcha de Buenafuente, fue
un apagón en toda regla, y un apagón de lo más
injustificado, porque si lo que se pretendía era aducir
como excusa que la audiencia había bajado, ¿no
hubiese sido mejor reconocer que si el programa tenía
poco público era más bien debido a las horas
intempestivas en que comenzaba?
Dado el panorama
actual de los programas de humor en televisión, salvo
contadas excepciones, hay que sincerarse para admitir que
no es oro todo lo que reluce, que abunda la sal gorda y que
muchos de los chistes que se presentan son del tiempo de nuestros
tatarabuelos, o sea que de gracia ninguna, quizá una
curiosidad de tipo arqueológico por saber que cosas
divertían a nuestros antepasados, eso cuando no el
"chistero" comienza a contar un chascarrillo tan
largo, tan largo, que se diluye en su intención de
arrancarnos la carcajada porque lo único que deseamos
es que se acabe de una vez y de que el presunto cómico
haga mutis... para siempre, si esto fuese posible ya que en
más de una ocasión hemos sentido vergüenza
ajena viendo actuar a ciertos humoristas, aunque comprendamos
que todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida honradamente.
Dicen que el
humor de Buenafuente es inteligente y no voy a ser yo quien
les lleve la contraria; lo es sin duda alguna porque se trata
de un humor fresco, original y muy surrealista, que en conjunto
tiene la virtud de sorprendernos, arrancándonos una
divertida sonrisa cuando no las carcajadas, y cómo
sus personajes, la Niña de Schrek, el Neng, Santi Clima,
el siempre camaleónico Fermín Fernández,
el Follonero, José Corbacho, Palomino, el amplio etc.,
de actores, tanto actuales como los que ya no aparecen, y
sus músicos, integran un abanico de magníficos
profesionales, el espectáculo está servido y
es inmejorable y difícil de copiar, pues si ha habido
algún tímido intento ha pasado con más
pena que gloria.
Una cosa que
siempre he admirado en el elenco de Buenafuente, es la enorme
capacidad de improvisación que tienen los actores y
su gran profesionalidad que les lleva a continuar incluso
cuando, repentinamente y por exigencias del show, demasiada
ropa de abrigo en un ambiente caldeado o accidentes inesperados
con vehículos que se van de las manos, se presentan
situaciones que no se hallan en el guión.
Luego está
Buenafuente, claro, el responsable del espectáculo
o sea quien lo conduce de cara al público, eso sin
olvidar a todos cuantos hacen posible, entre bastidores, el
programa. Andreu Buenafuente es la otra mitad del éxito
del Show y eso lo sabe el público perfectamente, ahora,
yo, en calidad de televidente le rogaría que nada cambie
en el espectáculo, que sean ellos siempre, los guionistas
libres en su creatividad, y que no haya interferencias externas,
porque cuando más auténtico sea BUENAFUENTE
éste será el Buenafuente que todos deseamos
ver sobre el escenario.
©
Estrella Cardona Gamio, 26.8.2007
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