LOS
AMORES EN LA VIDA DE MOZART La breve vida de Mozart, muerto a los 35 años, no le permitió tener una extensa relación de amores y amoríos, dedicada como estuvo más que nada a la composición y a subsistir. En este apartado amoroso, sin embargo, nos encontramos con varios nombres significativos: su prima María Ana Thekla, a la que llamaban Bäsle, su gran amor juvenil, la que luego sería su cuñada, la cantante de 16 años Aloysia Weber, amor que acabó en un chasco para el músico, su esposa Constanza, hermana de Aloysia, esto en cuanto a amores convencionales. En el extremo opuesto tenemos una relación bajo sospecha de resultas de la cual se le atribuye un hijo habido con la esposa de un oficial francmasón de la corte, de nombre Hofdemel, quien celoso pretendió asesinarla sin conseguirlo, después de lo cual el marido se suicidó. Otro amor, en este caso no compartido por Wolfgang, fue el que inspiró el compositor ejerciendo de profesor de una alumna suya, Josephine Aumhammer, quien se enamorase apasionadamente de él, convirtiendo su pasión en acoso. Nancy Storace, bella y joven cantante, es la que se conoce como su última posible amante, dado que hubo una estrecha relación profesional entre ambos. Constanza tenía sospechas y parece ser que no eran infundadas. De todas formas no hay que censurar a Mozart por sus pecadillos, que, si hemos de creer a los biógrafos, no fueron demasiados precisamente, además hay algo que juega a su favor: Mozart tenía un miedo cerval a contraer la sífilis, que en aquella época campaba por sus respetos en Viena ya que el dinero fácil atraía a las prostitutas y muchos ciudadanos relevantes se habían contagiado, por ello nunca frecuentó el trato de rameras, y tal vez por eso también se casó aunque no estuviera especialmente enamorado de Constanza sino porque era aconsejable el hacerlo si pretendía llevar una vida sexual normal y alejada de enfermedades venéreas. En las cartas escritas a su padre hablándole de Constanza, nunca se traslució un enamoramiento romántico ya que la describe como escasamente agraciada, de cuerpo atractivo en cierta manera, poseedora de unos “ojillos negros”, poco ingeniosa, pero si “lo suficientemente inteligente para desempeñar su deber de esposa y madre”, enumeración que no le coloca a la altura de un Romeo, que digamos. |